El día 29 de febrero, 2016, Agustín Cuesta del Team WWE Chile
publicó una columna en referencia a la contribución de la ECW a la lucha
libre profesional, la cual pueden encontrar aquí. Con afán de generar un debate interesante, se ha escrito esta columna como respuesta.
"Todo tiempo pasado fue mejor" reza aquel mito popular presente en todas las culturas de todos los tiempos. Hay quienes dicen que el hombre es un ser por naturaleza nostálgico, y esto se refleja en la tendencia del ser humano de mirar el pasado y añorar aquella época dorada en la cual todo parecía perfecto. Mas esta edad de oro solo existe en la imaginación de cada persona; todo momento en la vida de un hombre tiene sus luces y sombras. Lo que ocurre es que al recordar, cada quien prefiere mirar la luz antes de la oscuridad. Este principio individual también se aplica colectivamente: rara es la institución que habla públicamente de sus faltas anteriores. En la historia de la humanidad, jamás ha habido nación, institución, partido político, religión, estrato social, asociación u otra forma de colectividad que no posea en su historia alguna mancha negra, uno o varios incidentes de los cuales prefiere no hablar. No es que las instituciones humanas sean malas, ni pretendo criticar a quienes las integran: es casi lógico pensar que solo se hable de los momentos felices. No obstante, esta tendencia en apariencia inofensiva o bien intencionada se convierte en un verdadero problema cuando se cae en excesos chauvinistas o absurdamente parciales. Se tiende a creer que la propia institución es superior a las demás, o se construye una imagen de ella que dista mucho de la realidad. Es entonces cuando el crítico debe mirar las zonas de oscuridad y ponerlas en la balanza como contrapeso a las zonas luminosas para poder mirar de manera más objetiva y llegar a la verdad. Y como suelo decir En la Esquina Contraria, la lucha libre no es la excepción a esta realidad.
La Extreme Championship Wrestling (ECW), aquella promoción con base en Filadelfia durante la década del '90, es posiblemente la compañía de lucha libre que mayor nostalgia genera entre los fanáticos. Se cuenta el cómo ella fue el gran laboratorio forjador del
hardcore experimental de los '90. Se afirma que fue la pionera en introducir al público estadounidense a la lucha mexicana y japonesa. Se reitera el cómo albergó en sus filas a grandes exponentes como "Stone Cold" Steve Austin, Eddie Guerrero, Chris Jericho, Chris Benoit, Dean Malenko, y otros tantos. Para muchos fans, Paul Heyman, dueño de la ECW, se ha convertido en un Mesías de los promotores norteamericanos, una suerte de Cristobal Colón en el oceáno del ring, un genio sin igual en la historia de la lucha libre. El luchador que participó de la ECW se ha vuelto, a los ojos de los fanáticos, poseedor de una moral socrática y una ética laboral digna de ser citada en la Rerum Novarum. Todas estas opiniones hablan de una compañía de lucha libre ideal... que solo existe en la mente de quienes tienen una visión demasiado idealizada de ella. Porque si bien es verdad que la ECW tuvo combates excelentes, ángulos entretenidos e innovaciones sin precedentes, la visión que se tiene de ella en la actualidad es una caricatura que dista mucho de la realidad; la manera en que en el año 2001 llega a la quiebra es la evidencia más clara de que no se trataba de una empresa de lucha libre ideal. ¿Por qué se ha divinizado tanto a la promoción de Filadelfia? ¿Fue realmente Paul Heyman un genio? ¿Qué hay de cierto y de mito en las historias que se cuentan?
La acusación de algunos fans a Vince McMahon y a la World Wrestling Entertainment (WWE) de haber destruido a la ECW es graciosa por varios motivos, pero dos son los principales. En primer
lugar, quien expandió la visión mítica de la ECW fue la mismísima WWE. El
año 2005, luego de observar los videos en Internet recopilados por
algunos fans en los que se hablaba de lo genial de la Extreme, la
empresa de McMahon tuvo la idea de hacer un show tributo a la empresa de
Filadelfia, One Night Stand. El evento fue un éxito, es verdad; pero
para poder venderlo a gran escala, era necesario crear una imagen de de
marketing poderosa. Por este motivo, la WWE promocionó a la vieja ECW como una compañía que había puesto a la lucha libre de vuelta en el mapa y exageró sus contribuciones al deporte. Este hecho, sumadas a las promos ingeniosamente elaboradas para Paul Heyman, Joey Styles, Rob Vam Dam y algunos otros, en donde supuestamente se salían de libreto y "decían unas cuantas verdades" atacando el producto actual de la WWE, originaron en los fans la ilusión de una ECW llena de ideales y auténtica lucha libre. Pero lo cierto es que todo era simplemente una estrategia publicitaria de la WWE; Heyman, Styles y todos ellos reconocieron que esas promos habían sido autorizadas por la WWE e incluso la misma empresa había ayudado a elaborarlas. Y en segundo lugar, porque cuando la compañía de McMahon se hallaba en plena guerra con la World Championship Wrestling (WCW) por el monopolio del deporte, varias veces Vince dio ayuda financiera a Heyman, y además organizó eventos interpromocionales WWF v/s ECW. Cuando la ECW quiebró el 2001, fue McMahon quien puso bajo contrato a Heyman y sus luchadores, y compró su videoteca para conservarla para la posteridad. Y aún más irónico es que uno de los mayores "críticos" de la empresa de McMahon, el ex comentarista de la ECW Joey Styles, mantenga en la actualidad un contrato como Subdirector de
Digital Media en la WWE.
Paul Heyman es un genio creativo, de eso no hay duda. Es un hombre con una visión extraordinaria para el nuevo talento, y su trabajo como libretista pocas veces ha sido superado. Pero Heyman es tan buen creativo como era un pésimo promotor, y fue su incompetencia administrativa y financiera la que terminó por llevar a la ruina a su compañía. Cuando en 1994 la Eastern Championship Wrestling (que luego sería la Extreme Championship Wrestling), optó por separarse de la National Wrestling Alliance (NWA) y seguir un camino independiente, la decisión fue tomada por su promotor, Tod Gordon, no por Paul Heyman; Heyman era solamente libretista, y semejante elección no recaía en él. Una vez que Gordon le vendió su parte a Heyman, este último tuvo completa libertad de inventar nuevas formas de hacer lucha libre. Su desempeño como promotor dio por resultado personajes más profundos, luchas más violentas y realistas, el ascenso de nuevas estrellas y grandes innovaciones para del deporte. Mas su genio creador contrastaba enormemente con su torpeza en la relaciones laborales y comerciales. Heyman jamás se preocupó realmente de la salud de sus luchadores: podían consumir alcohol y droga sin control alguno, y su jefe nunca se tomó la molestia de hacerles control de dopaje o enviarlos a rehabilitación; a modo de ejemplo, era para los luchadores de la ECW un chiste frecuente ver quién era el desgraciado que debía subirse al ring con un The Sandman completamente ebrio. Heyman tampoco reparaba en gastos, y una de las causas de su ruina fue el comenzar a pagar a sus luchadores unos sueldos que la empresa no podía costear; mucho menos tuvo la honestidad de decirles a sus trabajadores, durante los últimos días de la ECW, que la empresa estaba al borde de la bancarrota, y solo lo hizo cuando ya llevaba meses sin pagarles a sus empleados y la compañía agonizaba sin posibilidad de resurrección. Para finalizar el perfil de promotor de Paul Heyman, era también una persona completamente llevada a sus ideas, solía hablar más de la cuenta, varias veces entraba en conflictos con sus colegas, y llevaba su concepción de lo "extremo" a límites absurdos. Muchas veces se ha dicho que una de las causas de la quiebra de la ECW fue el no haber podido conseguir un contrato televisivo, y esto tiene mucho de verdad: Heyman consiguió con su testarudez ser vetado de todas las compañías de televisión norteamericanas. Cuando por fin la ECW consiguió ser transmitida por la cadena TNN el año 1999, el canal le exigió a Paul Heyman moderar el nivel de violencia del programa (era precisamente el exceso de violencia lo que le impedía a la ECW llegar a la televisión), petición de la cual este último hizo caso omiso, lo cual culminó en la cancelación del contrato entre ECW y TNN, y la posterior quiebra de la empresa de Filadelfia.
Varios luchadores talentosos fueron militantes de las filas de la ECW, y esto es innegable, mas es necesario aclarar qué papel tuvieron exactamente en ella. Exponentes como Eddie Guerrero, Chris Benoit, Chris Jericho, Dean Malenko, Lance Storm, Rey Misterio, Jr., Juventud Guerrera, Psicosis, Al Snow y Steve Austin integraron el plantel de la ECW, pero jamás llegaron a ser grandes íconos en ella; todos ellos fueron parte de la carta media o baja, y nunca fueron parte de la atracción principal; de hecho, Jericho y Misterio fueron libreteados para ser vapuleados por Taz en una ocasión. Estos luchadores no tenían realmente "a la ECW en el corazón": solamente fue para ellos un método de ascenso para llegar a las grandes ligas. El hecho es que el paso de estos luchadores por la ECW suele no superar los dos años de estadía. Tampoco es verdad que la promoción de Filadelfia fue "cuna de estos luchadores": Storm ya tenía una trayectoria en Canadá y Japón, Guerrero había sido estrella en Asistencia Asesoría y Administración (AAA) en México, Malenko poseía una experiencia previa de 14 años en el circuito independiente norteamericano, y así fue como ninguno comenzó su carrera como luchador en la ECW. Si bien es cierto que la ECW fue la primera en concebir mostrar lucha mexicana al público estadounidense, la empresa que realmente exhibió este estilo de lucha masivamente fue la WCW: Juventud Guerra, Rey Mysterio, Jr. Psicosis y otros tantos se volvieron famosos luchado para la empresa de Ted Turner, no para Paul Heyman. En lo que refiere a la lucha japonesa, ocurre un tanto similar: fue la alianza de la WCW con New Japan Pro Wrestling (NJPW) la que dio a conocer el estilo japonés a un público masivo. De los pocos orientales que pasaron por la ECW, ninguno fue realmente significativo para la identidad de la empresa. Hayabusa y Jinsei Shinzaki eran en realidad luchadores bajo contrato por la Frontier Martial-Arts Wrestling (FMW) en Japón, y solamente compitieron una única vez en la ECW en una lucha interpromocional ECW/FMW contra Rob Van Dam y Sabu durante el evento Heatwave '98; de hecho, mayor fue la exposición que tuvo Jinzaki frente al público norteamericano durante su tiempo en la WWF bajo el nombre de Hakushi. TAKA Michinoku tuvo un paso fugaz de menos de un año por la compañía. Si bien es verdad que Masato Tanaka fue Campeón Mundial de la ECW, solamente lo fue durante seis días (17-23 de diciembre, 1999), y su carrera verdaderamente significativa la realizó en FMW. Los únicos mexicanos y japoneses que realmente se quedaron en la ECW hasta el final y formaron parte de la identidad de la empresa fueron, respectivamente, Super Crazy y Yoshihiro Tajiri.
Incontables veces se ha dicho que en la ECW lo que realmente primaba era el
wrestling: la lucha, no
el entretenimiento deportivo. Si bien las afirmaciones anteriores tenían una parte de verdad y una parte mítica, es aquí donde se debe soltar la primera carcajada destemplada, porque esta proclama no puede estar más alejada de la realidad. La ECW vio pasar por sus filas a varios luchadores talentosos en lo técnico, pero su atracción principal siempre fue el carisma antes que la técnica. The Sandman y Raven, dos de los íconos más importantes de la compañía, tenían personajes altamente llamativos, un carisma exorbitante y excelente manejo de micrófono,
pero al mismo tiempo eran incapaces de mantener una buena lucha que no
involucrase romperse sillas en la cabeza y palos en la espalda; en particular, The Sandman tenía una pobreza técnica tan grande, que
cuando ejecutaba una movida, se la decía a su oponente en voz alta sin
preocuparse de que el público lo escuchase (y cuando en una ocasión fue
entrevistado acerca de este asunto, respondió "no me importa que la
gente me escuche, ¡todos saben que [la lucha libre] es falsa!"). Por más
admiración que tengo por Tommy Dreamer como persona y profesional, nunca
fue un buen técnico sobre el ring. La rivalidad más famosa de la
historia de la ECW, Tommy Dreamer v/s Raven, siempre fue más un asunto
de historia, show y teleserie que un pleito basado en su habilidad sobre
el ring. De los luchadores que llegaron a ser la atracción principal,
solamente se podría mencionar a Taz y Rob Van Dam como buenos técnicos.
Por otro lado, Balls Mahoney, Axl Rotten, Terry Funk, Cactus Jack, New
Jack, Rocco Rock, Johnny Grunge, Sabu y otros eran luchadores
hardcore dispuestos a saltar desde un edificio y rajarse la cara
con vidrio molido con tal de entretener a los fans, pero pedirles una
lucha técnica era como pedirle peras al olmo; por algo fue que, cuando
la WWE contrató a varios de ellos el año 2006 para ser parte de su
plantel principal, optó por mantenerlos en la carta media sin darles
nada realmente importante que hacer.
¿Ustedes conocen a alguna buena luchadora que haya hecho su carrera en la ECW, o podrían mencionar un buen combate femenino de esa compañía? Es un hecho que la
respuesta sería universalmente negativa, y esto se debe la misoginia que
caracterizaba a la promoción de Filadelfia. Durante los años en que la ECW estuvo activa, las mujeres tenían una sola misión, y era la explotación sexual de su imagen. Francine, Chastity, Elektra, Beulah McGuillicutty, Kimona Wanaleia y otras muchachas salían al aire solamente para ser mostradas con fines lascivos. Esta situación llegó a un extremo vergonzoso cuando en una ocasión
, mientras el
staff del evento arreglaba unos problemas técnicos, Paul Heyman pidió a Kimona Wanaleia
salir y ejecutar un strip-tease para distraer al público; la condición
que puso Kimona fue que nadie grabase la ejecución y no fuese mostrada a
la audiencia televisiva. Tristemente, Heyman no cumplió el acuerdo, se
aprovechó de la confianza de su empleada, y esto culminó con la renuncia
de Kimona a la ECW. Cuando las mujeres de la ECW no salían a explotar su sexualidad, solamente era para ser
vapuleadas por sus pares masculinos después de intervenir en los
combates. Por otra parte, luchadoras talentosas como Jazz integraron el
plantel de la compañía, pero protagonizaron luchas para
el olvido en un paso bastante fugaz.
Pero sin lugar a dudas los hechos más oscuros de la historia de la ECW fueron dos acontecimientos que rozaron el límite de lo criminal, de lo francamente delictual. El primero de ellos, el incidente de Mass Transit; para resumir el suceso en pocas palabras, basta decir que New Jack intencionalmente casi desangró con una navaja durante una lucha a Mass Transit, un muchacho de 17 sin entrenamiento de lucha libre. El hecho se agravó cuando se descubrió que Transit había mentido a Paul Heyman acerca de su entrenamiento, edad y experiencia; este incidente complicó en gran medida el funcionamiento de la ECW y daño la reputación de Heyman como promotor. El segundo de ellos fue el altercado que tuvieron los luchadores de la ECW con el staff de Xtreme Pro Wrestling (XPW) cuando estos últimos fueron a tratar de sabotear el evento de la promoción de Filadelfia. La pelea terminó con el staff de XPW brutalmente golpeado y ensangrentado en los estacionamientos. Este hecho se consolidó como una marca negra en la historia de la lucha libre norteamericana, y uno de los raros casos de agresión física entre promociones.
No me malinterpreten: me encanta la ECW, y por ningún motivo pretendo menospreciar sus
contribuciones al deporte. La rivalidad entre Tommy Dreamer y Raven es una de las mejores de la historia. Era un deleite para los ojos ver volar por los aires al gigante Mike Awesome. Las Triple Amenazas entre Super Crazy, Yoshihiro Tajiri y Little Guido eran un desplante de adrenalina y técnica sin igual. Las innovaciones de Rob Van Dam en la lucha aérea difícilmente tienen comparación. La entrada de The Sandman es sin duda una de las mejores de la Historia. Y así podría escribir otra larguísima columna hablando de las múltiples bondades que tuvo aquella promoción de Filadelfia. Pero con lo que discrepo completamente es con es la idealización absurda de parte de fanáticos que aún siguen atrapados en el pasado. La ECW, al igual que cualquier otra compañía de lucha libre, tuvo cosas buenas y cosas malas, y no es sensato pretender hablar solamente de las primeras. Siempre que se discute de lucha libre, al igual que con cualquier otra disciplina, debe hacerse con ojo crítico.
Las opiniones vertidas en esta columna son de exclusiva responsabilidad del autor, y no necesariamente representan el pensamiento de alguna compañía de lucha libre en particular.