martes, 22 de marzo de 2016

LARIATOOO...!!!: La historia de Stan Hansen


 Me encanta la lucha libre, porque me 
paga por algo que haría absolutamente gratis

Stan "The Lariat" Hansen


"El éxito es 99% sudor, 1% inspiración" dice aquella máxima atribuida a Thomas Alva Edison. Este dicho ilustra perfectamente una realidad que se ha visto en todas las épocas de la historia: el hombre más talentoso no necesariamente es el que tiene mayor éxito. Es cierto que el talento ayuda, pero aún más cierto es que en las más de las veces quienes marcan hitos en la historia destacan más por su perseverancia y atrevimiento que por su habilidad en su disciplina; las condiciones que les faltan para alcanzar al más talentoso, las compensan con otra cualidad. En la lucha libre norteamericana esta realidad es bastante frecuente: los luchadores más icónicos no son necesariamente los mejores técnicos arriba del ring. Varios de los exponentes más famosos de la lucha libre estadounidense tenían muy poca habilidad en el ring, pero se las ingeniaban para destacar más que sus compañeros más prolijos en lo técnico. No estoy diciendo que eran necesariamente "malos" sobre el ring: lograban poner excelentes combates usando pocas movidas, o eran perversamente entretenidos por otras cualidades distintas a la técnica.

Una panza prominente. Movidas simples, poca técnica, y demasiado uso del golpe y la patada. Como vestimenta, una calza negra poco llamativa, sin estampados ni adorno alguno. Corto de vista y dueño de un par de anteojos que tras bastidores no le daban precisamente una apariencia temible. Un personaje de cowboy que los fans norteamericanos despreciaron por considerarlo demasiado repetido. Como movimiento final, una simple reata (un lariat, un lazo al cuello con fuerza). Rebelde tras bastidores, y poco amistoso con los promotores. ¿Cómo pudo una persona con semejantes credenciales llegar a convertirse en uno de los luchadores más emblemáticos de los '80 y '90? Cuatro veces Campeón Triple Corona de All-Japan Pro Wrestling (AJPW). Ocho veces Campeón en Parejas de AJPW. Cuatro veces ganador del torneo World Strongest Tag Determination League de AJPW. Ganador de varios campeonatos más en su tierra natal. El primer norteamericano en derrotar en un mano a mano a las leyendas japonesas Giant Baba y Antonio Inoki. Dave Meltzer le dio cinco estrellas a tres de sus luchas, y el Wrestling Observer Newsletter lo premió como Mejor Brawler en dos ocasiones y lo indujo a su Salón de la Fama. Inspiró a todas las generaciones posteriores a él en Japón: hasta el día de hoy, los comentaristas gritan "LARIATOOO...!!!" en su honor. John "Bradshaw" Layfield (JBL) moldeó completamente su estilo de pelea basándose en Hansen, al punto que tomó la reata como su movimiento final. Cuando en el año 2013 Kazuchika Okada fue premiado con el mejor movimiento de lucha por Meltzer, para sorpresa de todos, se trataba de una reata. En Chile, luchadores como Roberto Olivares y Segundo Santamaría quisieron incorporar la reata como movimiento final en honor a Stan Hansen. ¿Cuál era el secreto para que un hombre, en apariencia sin mayor futuro, se convirtiese en una leyenda de nuestro deporte?


Antes de comenzar a contar la historia del "Hombre malo de Borger, Texas", hay que tener un hecho histórico en claro: Stan Hansen fue exitoso en Japón, no en Estados Unidos. Hay dos buenos motivos de por qué no se suele mencionar muy seguido al vaquero en las crónicas norteamericanas de los '80. El primero de ellos es que siempre se vio opacado por luchadores más carismáticos o más técnicos que él. Aun cuando ganó algunos títulos en Estados Unidos, no tuvo el mismo nivel de arrastre que otros de sus contemporáneos como Ric Flair, Bruno Sammartino o Dusty Rhodes. El segundo, Hansen estuvo vetado por varios años en el circuito estadounidense por la pésima relación que tenía con los promotores; de hecho, fue su trabajo en Japón lo que hizo que la World Championship Wrestling (WCW) reconsiderara el traerlo de vuelta al país para darle un contrato. Cuando la WWE publicó el video de inducción al Salón de la Fama, exageró enormemente los logros de Hansen en EE.UU.; esto se debe a que la WWE no cuenta con los derechos para emitir las peleas del cowboy en AJPW, y debe recurrir a contar entonces una historia relativamente revisionista de su carrera, con breves menciones al lugar en donde efectivamente alcanzó fama y prestigio.

John Stanley Hansen no siempre fue luchador. En un primer comienzo era jugador de fútbol
americano, y tomó un empleo en la lucha libre como trabajo de medio tiempo. No obstante, después de que su equipo de fútbol se disolviera, sintió que tenía mayor aprecio por el ring y se dedicó a la lucha libre a tiempo completo. Allí fue cuando ingresó al entrenamiento bajo la familia Funk (Dory, Dory, Jr. y Terry) y trabó amistad con Frank Goodish, el futuro Bruiser Brody. Al cabo de tres años desde su debut en 1973, ingresó a la World Wide Wrestling Federation (WWWF, actual WWE), y al poco tiempo se vio enfrascado en una rivalidad con el Campeón Bruno Sammartino. En los múltiples encuentros que tuvieron, la brutalidad siempre estuvo presente, y ambos competidores solían salir magullados y ensangrentados de las peleas. En una ocasión, Hansen ejecutó un Powerslam sobre Sammartino, pero la ejecución no fue la adecuada: el receptor sufrió una fractura en el cuello. No obstante, la genialidad creativa de la WWWF la llevó a afirmar que en realidad el cuello de Sammartino se había roto por la reata de Hansen: esto dio la impresión entre los fanáticos de que la reata era un movimiento letal. En los años siguientes Hansen siguió peleando en promociones pequeñas y en la WWWF, pero tristemente siempre se vio opacado por talentos más consolidados como Bob Backlund y Pedro Morales.

Fue entonces en 1985 cuando Hansen se mudó a la American Wrestling Association (AWA), en donde llegó a ser Campeón Peso Pesado, mas la experiencia de trabajar en dicha promoción distaba mucho de ser una estadía feliz. Frecuentemente el texano tenía roces con el promotor, Verne Gagne, por asuntos de cartelera y armado del show. Tampoco tenía muy buena recepción con el público: el personaje de vaquero ya había sido empleado demasiadas veces en suelo norteamericano, y no generaba mayor interés en la audiencia. Su estilo de pelea, excesivamente simple, se veía habitualmente opacado por el talento técnico de luchadores como Nick Bockwinkel (con quien Hansen no mantenía una buena relación). Los problemas tras bastidores se acrecentaron al punto de que en una ocasión, durante un combate mano a mano, Hansen se salió de libreto y le dio una senda paliza al hijo de Verne Gagne, Greg. En aquel entonces, Greg Gagne se había hecho demasiados enemigos tras bastidores en la AWA por un asunto de nepotismo; sin tener el talento de su padre, Greg constantemente subía en cartelera, y eso exasperaba al plantel. El incidente de su hijo fue la manzana de la discordia entre Stan Hansen y Verne Gagne, y fue entonces cuando el promotor de la AWA le exigió al Campeón Peso Pesado perder el título ante Nick Bockwinkel. La respuesta de Hansen consistió en dos hechos poco amistosos: se negó a perder ante Bockwinkel, y procedió a atropellar el cinturón con un camión y enviárselo por correo a la oficina de Gagne. Tras estos incidentes, Hansen se hizo mala reputación entre los promotores norteamericanos, quienes le negaron la posibilidad de obtener un contrato de trabajo. Parecía el fin de la carrera del texano.

Hay un viejo adagio que dice que cuando se cierra una puerta, en algún otro se abre una ventana, y en el caso de Stan Hansen, la ventana se encontraba en el lejano oriente. Mientras se hallaba trabajando para la AWA, el vaquero ya había establecido contacto con promotores en Japón (otro de los tantos motivos de enemistad con Verne Gagne). Como ya se dijo en un principio, Stan Hansen era corto de vista, tenía una contextura física que distaba mucho de ser la de un físico culturista, su arsenal consistía en golpes, patadas y algunos movimientos básicos, y su personaje ya estaba demasiado visto en EE.UU. No obstante, lo que parecían debilidades terminarían siendo sus mayores fortalezas durante su incursión en Japón. En primer lugar, para compensar su falta de visión, Hansen había adoptado un estilo de golpear exageradamente fuerte, lo cual se adaptaba perfectamente al modo de lucha japonés, e imponía respeto en el camarín. En segundo lugar, Stan Hansen era gigantesco (1,93 m.) para la media japonesa, y su contextura física le otorgaba una tolerancia sin igual al dolor. En tercer lugar, el cowboy había aprendido de la escuela norteamericana el cómo ser realmente entretenido sobre el ring sin hacer demasiadas cosas, y lo aplicó de manera magistral en la Tierra del Sol Naciente. Y en cuarto lugar, su personaje de vaquero, fracasado en su tierra natal, se convirtió en una sensación entre el público japonés: la lucha libre japonesa suele no tener demasiados personajes (lo cual explica el éxito de personalidades como The Great Muta, Jushin Liger y Tiger Mask), y un vaquero era algo completamente inédito. Por último, como cualidad complementaria, Hansen era un tipo legítimamente rudo, capaz de tumbar a prácticamente cualquiera en una pelea real, y era garantía de una paliza gratuita el que alguien intentara tomarse demasiadas libertades con él o salirse de libreto en una lucha.

La primera incursión de Hansen fue en New Japan Pro Wrestling (NJPW), en donde se enfrentó a algunos compatriotas que venían de visita a Japón y talentos locales, pero su verdadero ascenso a la fama comenzó en All-Japan Pro Wrestling (AJPW). Durante nueve años (1981-1990), Hansen comenzó a volverse tremendamente popular entre la audiencia japonesa, a pesar de su papel de villano en los shows. Los japoneses solían estallar en aplausos cuando el gaijin conectaba su reata sobre el oponente al tiempo que los comentaristas gritaban agudamente: "LARIATOOO...!!!" (la cual es una costumbre que hasta el día de hoy los comentaristas japoneses conservan en honor a Hansen, cada vez que alguien ejecuta una reata). Fue allí en donde derrotó en peleas titulares a las leyendas japonesas Giant Baba y Antonio Inoki. Mas el papel de Hansen no se resumía tan solo con ser solista: demostró ser tremendamente talentoso en la lucha de parejas. Hizo alianzas con luchadores como Terry Gordy, Ted DiBiase, Genichiro Tenryu y su querido amigo Bruiser Brody (a quien también le dedicaría varias luchas en su honor tras su asesinato en 1988). En una ocasión, durante una lucha interpromocional entre AJPW y NJPW, Stan Hansen se enfrentó al feroz Vader, quien se ya se había hecho una temible reputación en el medio por su brutal estilo de golpear fuerte y sin misericordia. La pelea fue brutal de principio a fin: al hacer su entrada, Hansen golpeó a Vader con una campana de vaca que tenía amarrada a las cuerdas y le quebró la nariz. Ambos hombres comenzaron a atacarse sin piedad, y fue entonces cuando un puñetazo que lanzó Hansen a Vader le causó desprendimiento de retina; la audiencia japonesa observó con horror como el ojo del mastodonte se volteaba hacia adentro. No obstante, prosiguieron su combate a golpe limpio, el cual terminó en una doble descalificación, y acrecentó la reputación de ambos luchadores como hombres rudos. La tenacidad y brutalidad de Hansen terminó por darle el apodo de "Fuchinkan", el japonés para "El buque de guerra inundible". También en otra ocasión mantuvo un excelente combate con una leyenda de la lucha libre norteamericana, André el Gigante.

La fama de Hansen en Japón llegó a oídos de los promotores norteamericanos, y fue entonces cuando la WCW decidió contactarlo en 1990 para darle una oportunidad en la empresa. Fue allí cuando el Fuchinkan derrotó a Lex Luger por el Campeonato de los Estados Unidos de la WCW; con esta victoria, Hansen terminó con el récord de 523 de Luger. No obstante, el vaquero nunca demostró demasiado entusiasmo trabajando para Ted Turner; al mismo tiempo seguía luchando para AJPW, y finalmente decidió abandonar la WCW un año después tras negarse a participar en un ángulo con un grupo de vaqueros llamados The Desperados (Deadeye Dick, Black Bart y Dutch Mantel [a quien los fans actuales de la WWE conocen como Zeb Colter]), y nunca más volvió a luchar en su tierra natal. En los años siguientes (1991-2001), trabajó exclusivamente para AJPW, en donde tuvo algunos de los mejores combates de su carrera contra exponentes como Kenta Kobashi, Toshiaki Kawada y Mitsuharu Misawa, con quien intercambió el Campeonato Triple Corona de AJPW varias veces, además de otros excelentes luchadores de los '90. Cuando en el año 2000 Misawa abandona AJPW para fundar Pro Wrestling NOAH, se llevó a varios luchadores del plantel para trabajar con él, mas Stan Hansen optó por permanecer leal a su compañía. Tristemente, para ese entonces había desarrollado severos problemas a su espalda, y debió retirarse en pocos meses. No obstante, AJPW quiso darle el papel de una figura de autoridad en el show, cargo que desempeñó hasta el 2007, luego de lo cual se retiró definitivamente del deporte. No fue cualquier clase de retiro: se retiró como una verdadera leyenda.

Nadie es profeta en su propia tierra (Lc 4, 24-30) y en ocasiones es necesario salir de la zona de comfort para alcanzar la gloria. La historia de Hansen es el relato de un hombre que supo aprender de sus errores, convertir sus debilidades en fortalezas y salir a buscar nuevas oportunidades cuando parecía que todo estaba perdido. Así es como en la vida se logran hacer grandes cosas: mediante la perseverancia y el atrevimiento, no tanto por el talento. La biografía de Stan Hansen, vista con ojo crítico, puede ser una gran fuente de inspiración. Hace ya varios años que soy admirador de su carrera y constantemente estoy buscando su trabajo en YouTube; en particular, me encantan los combates mano a mano que llevó a cabo con André el Gigante y "Dr. Death" Steve Williams. Stan Hansen demostró que, cuando algo en la vida de verdad apasiona, siempre se hallará el medio para alcanzarlo.

Las opiniones emitidas en esta columna son de exclusiva 
responsabilidad del autor, y no necesariamente representan el
pensamiento de alguna compañía de lucha libre en particular.

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miércoles, 2 de marzo de 2016

La otra cara de la ECW: la "E" no es precisamente por "Edén"

 El día 29 de febrero, 2016, Agustín Cuesta del Team WWE Chile publicó una columna en referencia a la contribución de la ECW a la lucha libre profesional, la cual pueden encontrar aquí. Con afán de generar un debate interesante, se ha escrito esta columna como respuesta.
 
"Todo tiempo pasado fue mejor" reza aquel mito popular presente en todas las culturas de todos los tiempos. Hay quienes dicen que el hombre es un ser por naturaleza nostálgico, y esto se refleja en la tendencia del ser humano de mirar el pasado y añorar aquella época dorada en la cual todo parecía perfecto. Mas esta edad de oro solo existe en la imaginación de cada persona; todo momento en la vida de un hombre tiene sus luces y sombras. Lo que ocurre es que al recordar, cada quien prefiere mirar la luz antes de la oscuridad. Este principio individual también se aplica colectivamente: rara es la institución que habla públicamente de sus faltas anteriores. En la historia de la humanidad, jamás ha habido nación, institución, partido político, religión, estrato social, asociación u otra forma de colectividad que no posea en su historia alguna mancha negra, uno o varios incidentes de los cuales prefiere no hablar. No es que las instituciones humanas sean malas, ni pretendo criticar a quienes las integran: es casi lógico pensar que solo se hable de los momentos felices. No obstante, esta tendencia en apariencia inofensiva o bien intencionada se convierte en un verdadero problema cuando se cae en excesos chauvinistas o absurdamente parciales. Se tiende a creer que la propia institución es superior a las demás, o se construye una imagen de ella que dista mucho de la realidad. Es entonces cuando el crítico debe mirar las zonas de oscuridad y ponerlas en la balanza como contrapeso a las zonas luminosas para poder mirar de manera más objetiva y llegar a la verdad. Y como suelo decir En la Esquina Contraria, la lucha libre no es la excepción a esta realidad.

La Extreme Championship Wrestling (ECW), aquella promoción con base en Filadelfia durante la década del '90, es posiblemente la compañía de lucha libre que mayor nostalgia genera entre los fanáticos. Se cuenta el cómo ella fue el gran laboratorio forjador del hardcore experimental de los '90. Se afirma que fue la pionera en introducir al público estadounidense a la lucha mexicana y japonesa. Se reitera el cómo albergó en sus filas a grandes exponentes como "Stone Cold" Steve Austin, Eddie Guerrero, Chris Jericho, Chris Benoit, Dean Malenko, y otros tantos. Para muchos fans, Paul Heyman, dueño de la ECW, se ha convertido en un Mesías de los promotores norteamericanos, una suerte de Cristobal Colón en el oceáno del ring, un genio sin igual en la historia de la lucha libre. El luchador que participó de la ECW se ha vuelto, a los ojos de los fanáticos, poseedor de una moral socrática y una ética laboral digna de ser citada en la Rerum Novarum. Todas estas opiniones hablan de una compañía de lucha libre ideal... que solo existe en la mente de quienes tienen una visión demasiado idealizada de ella. Porque si bien es verdad que la ECW tuvo combates excelentes, ángulos entretenidos e innovaciones sin precedentes, la visión que se tiene de ella en la actualidad es una caricatura que dista mucho de la realidad; la manera en que en el año 2001 llega a la quiebra es la evidencia más clara de que no se trataba de una empresa de lucha libre ideal. ¿Por qué se ha divinizado tanto a la promoción de Filadelfia? ¿Fue realmente Paul Heyman un genio? ¿Qué hay de cierto y de mito en las historias que se cuentan?

La acusación de algunos fans a Vince McMahon y a la World Wrestling Entertainment (WWE) de haber destruido a la ECW es graciosa por varios motivos, pero dos son los principales. En primer lugar, quien expandió la visión mítica de la ECW fue la mismísima WWE. El año 2005, luego de observar los videos en Internet recopilados por algunos fans en los que se hablaba de lo genial de la Extreme, la empresa de McMahon tuvo la idea de hacer un show tributo a la empresa de Filadelfia, One Night Stand. El evento fue un éxito, es verdad; pero para poder venderlo a gran escala, era necesario crear una imagen de de marketing poderosa. Por este motivo, la WWE promocionó a la vieja ECW como una compañía que había puesto a la lucha libre de vuelta en el mapa y exageró sus contribuciones al deporte. Este hecho, sumadas a las promos ingeniosamente elaboradas para Paul Heyman, Joey Styles, Rob Vam Dam y algunos otros, en donde supuestamente se salían de libreto y "decían unas cuantas verdades" atacando el producto actual de la WWE, originaron en los fans la ilusión de una ECW llena de ideales y auténtica lucha libre. Pero lo cierto es que todo era simplemente una estrategia publicitaria de la WWE; Heyman, Styles y todos ellos reconocieron que esas promos habían sido autorizadas por la WWE e incluso la misma empresa había ayudado a elaborarlas. Y en segundo lugar, porque cuando la compañía de McMahon se hallaba en plena guerra con la World Championship Wrestling (WCW) por el monopolio del deporte, varias veces Vince dio ayuda financiera a Heyman, y además organizó eventos interpromocionales WWF v/s ECW. Cuando la ECW quiebró el 2001, fue McMahon quien puso bajo contrato a Heyman y sus luchadores, y compró su videoteca para conservarla para la posteridad. Y aún más irónico es que uno de los mayores "críticos" de la empresa de McMahon, el ex comentarista de la ECW Joey Styles, mantenga en la actualidad un contrato como Subdirector de Digital Media en la WWE.

Paul Heyman es un genio creativo, de eso no hay duda. Es un hombre con una visión extraordinaria para el nuevo talento, y su trabajo como libretista pocas veces ha sido superado. Pero Heyman es tan buen creativo como era un pésimo promotor, y fue su incompetencia administrativa y financiera la que terminó por llevar a la ruina a su compañía. Cuando en 1994 la Eastern Championship Wrestling (que luego sería la Extreme Championship Wrestling), optó por separarse de la National Wrestling Alliance (NWA) y seguir un camino independiente, la decisión fue tomada por su promotor, Tod Gordon, no por Paul Heyman; Heyman era solamente libretista, y semejante elección no recaía en él. Una vez que Gordon le vendió su parte a Heyman, este último tuvo completa libertad de inventar nuevas formas de hacer lucha libre. Su desempeño como promotor dio por resultado personajes más profundos, luchas más violentas y realistas, el ascenso de nuevas estrellas y grandes innovaciones para del deporte. Mas su genio creador contrastaba enormemente con su torpeza en la relaciones laborales y comerciales. Heyman jamás se preocupó realmente de la salud de sus luchadores: podían consumir alcohol y droga sin control alguno, y su jefe nunca se tomó la molestia de hacerles control de dopaje o enviarlos a rehabilitación; a modo de ejemplo, era para los luchadores de la ECW un chiste frecuente ver quién era el desgraciado que debía subirse al ring con un The Sandman completamente ebrio. Heyman tampoco reparaba en gastos, y una de las causas de su ruina fue el comenzar a pagar a sus luchadores unos sueldos que la empresa no podía costear; mucho menos tuvo la honestidad de decirles a sus trabajadores, durante los últimos días de la ECW, que la empresa estaba al borde de la bancarrota, y solo lo hizo cuando ya llevaba meses sin pagarles a sus empleados y la compañía agonizaba sin posibilidad de resurrección. Para finalizar el perfil de promotor de Paul Heyman, era también una persona completamente llevada a sus ideas, solía hablar más de la cuenta, varias veces entraba en conflictos con sus colegas, y llevaba su concepción de lo "extremo" a límites absurdos. Muchas veces se ha dicho que una de las causas de la quiebra de la ECW fue el no haber podido conseguir un contrato televisivo, y esto tiene mucho de verdad: Heyman consiguió con su testarudez ser vetado de todas las compañías de televisión norteamericanas. Cuando por fin la ECW consiguió ser transmitida por la cadena TNN el año 1999, el canal le exigió a Paul Heyman moderar el nivel de violencia del programa (era precisamente el exceso de violencia lo que le impedía a la ECW llegar a la televisión), petición de la cual este último hizo caso omiso, lo cual culminó en la cancelación del contrato entre ECW y TNN, y la posterior quiebra de la empresa de Filadelfia.

Varios luchadores talentosos fueron militantes de las filas de la ECW, y esto es innegable, mas es necesario aclarar qué papel tuvieron exactamente en ella. Exponentes como Eddie Guerrero, Chris Benoit, Chris Jericho, Dean Malenko, Lance Storm, Rey Misterio, Jr., Juventud Guerrera, Psicosis, Al Snow y Steve Austin integraron el plantel de la ECW, pero jamás llegaron a ser grandes íconos en ella; todos ellos fueron parte de la carta media o baja, y nunca fueron parte de la atracción principal; de hecho, Jericho y Misterio fueron libreteados para ser vapuleados por Taz en una ocasión. Estos luchadores no tenían realmente "a la ECW en el corazón": solamente fue para ellos un método de ascenso para llegar a las grandes ligas. El hecho es que el paso de estos luchadores por la ECW suele no superar los dos años de estadía. Tampoco es verdad que la promoción de Filadelfia fue "cuna de estos luchadores": Storm ya tenía una trayectoria en Canadá y Japón, Guerrero había sido estrella en Asistencia Asesoría y Administración (AAA) en México, Malenko poseía una experiencia previa de 14 años en el circuito independiente norteamericano, y así fue como ninguno comenzó su carrera como luchador en la ECW. Si bien es cierto que la ECW fue la primera en concebir mostrar lucha mexicana al público estadounidense, la empresa que realmente exhibió este estilo de lucha masivamente fue la WCW: Juventud Guerra, Rey Mysterio, Jr. Psicosis y otros tantos se volvieron famosos luchado para la empresa de Ted Turner, no para Paul Heyman. En lo que refiere a la lucha japonesa, ocurre un tanto similar: fue la alianza de la WCW con New Japan Pro Wrestling (NJPW) la que dio a conocer el estilo japonés a un público masivo. De los pocos orientales que pasaron por la ECW, ninguno fue realmente significativo para la identidad de la empresa. Hayabusa y Jinsei Shinzaki eran en realidad luchadores bajo contrato por la Frontier Martial-Arts Wrestling (FMW) en Japón, y solamente compitieron una única vez en la ECW en una lucha interpromocional ECW/FMW contra Rob Van Dam y Sabu durante el evento Heatwave '98; de hecho, mayor fue la exposición que tuvo Jinzaki frente al público norteamericano durante su tiempo en la WWF bajo el nombre de Hakushi. TAKA Michinoku tuvo un paso fugaz de menos de un año por la compañía. Si bien es verdad que Masato Tanaka fue Campeón Mundial de la ECW, solamente lo fue durante seis días (17-23 de diciembre, 1999), y su carrera verdaderamente significativa la realizó en FMW. Los únicos mexicanos y japoneses que realmente se quedaron en la ECW hasta el final y formaron parte de la identidad de la empresa fueron, respectivamente, Super Crazy y Yoshihiro Tajiri.

Incontables veces se ha dicho que en la ECW lo que realmente primaba era el wrestling: la lucha, no
el entretenimiento deportivo. Si bien las afirmaciones anteriores tenían una parte de verdad y una parte mítica, es aquí donde se debe soltar la primera carcajada destemplada, porque esta proclama no puede estar más alejada de la realidad. La ECW vio pasar por sus filas a varios luchadores talentosos en lo técnico, pero su atracción principal siempre fue el carisma antes que la técnica. The Sandman y Raven, dos de los íconos más importantes de la compañía, tenían personajes altamente llamativos, un carisma exorbitante y excelente manejo de micrófono, pero al mismo tiempo eran incapaces de mantener una buena lucha que no involucrase romperse sillas en la cabeza y palos en la espalda; en particular, The Sandman tenía una pobreza técnica tan grande, que cuando ejecutaba una movida, se la decía a su oponente en voz alta sin preocuparse de que el público lo escuchase (y cuando en una ocasión fue entrevistado acerca de este asunto, respondió "no me importa que la gente me escuche, ¡todos saben que [la lucha libre] es falsa!"). Por más admiración que tengo por Tommy Dreamer como persona y profesional, nunca fue un buen técnico sobre el ring. La rivalidad más famosa de la historia de la ECW, Tommy Dreamer v/s Raven, siempre fue más un asunto de historia, show y teleserie que un pleito basado en su habilidad sobre el ring. De los luchadores que llegaron a ser la atracción principal, solamente se podría mencionar a Taz y Rob Van Dam como buenos técnicos. Por otro lado, Balls Mahoney, Axl Rotten, Terry Funk, Cactus Jack, New Jack, Rocco Rock, Johnny Grunge, Sabu y otros eran luchadores hardcore dispuestos a saltar desde un edificio y rajarse la cara con vidrio molido con tal de entretener a los fans, pero pedirles una lucha técnica era como pedirle peras al olmo; por algo fue que, cuando la WWE contrató a varios de ellos el año 2006 para ser parte de su plantel principal, optó por mantenerlos en la carta media sin darles nada realmente importante que hacer.

¿Ustedes conocen a alguna buena luchadora que haya hecho su carrera en la ECW, o podrían mencionar un buen combate femenino de esa compañía? Es un hecho que la respuesta sería universalmente negativa, y esto se debe la misoginia que caracterizaba a la promoción de Filadelfia. Durante los años en que la ECW estuvo activa, las mujeres tenían una sola misión, y era la explotación sexual de su imagen. Francine, Chastity, Elektra, Beulah McGuillicutty, Kimona Wanaleia y otras muchachas salían al aire solamente para ser mostradas con fines lascivos. Esta situación llegó a un extremo vergonzoso cuando en una ocasión, mientras el staff del evento arreglaba unos problemas técnicos, Paul Heyman pidió a Kimona Wanaleia salir y ejecutar un strip-tease para distraer al público; la condición que puso Kimona fue que nadie grabase la ejecución y no fuese mostrada a la audiencia televisiva. Tristemente, Heyman no cumplió el acuerdo, se aprovechó de la confianza de su empleada, y esto culminó con la renuncia de Kimona a la ECW. Cuando las mujeres de la ECW no salían a explotar su sexualidad, solamente era para ser vapuleadas por sus pares masculinos después de intervenir en los combates. Por otra parte, luchadoras talentosas como Jazz integraron el plantel de la compañía, pero protagonizaron luchas para el olvido en un paso bastante fugaz.

Pero sin lugar a dudas los hechos más oscuros de la historia de la ECW fueron dos acontecimientos que rozaron el límite de lo criminal, de lo francamente delictual. El primero de ellos, el incidente de Mass Transit; para resumir el suceso en pocas palabras, basta decir que New Jack intencionalmente casi desangró con una navaja durante una lucha a Mass Transit, un muchacho de 17 sin entrenamiento de lucha libre. El hecho se agravó cuando se descubrió que Transit había mentido a Paul Heyman acerca de su entrenamiento, edad y experiencia; este incidente complicó en gran medida el funcionamiento de la ECW y daño la reputación de Heyman como promotor. El segundo de ellos fue el altercado que tuvieron los luchadores de la ECW con el staff de Xtreme Pro Wrestling (XPW) cuando estos últimos fueron a tratar de sabotear el evento de la promoción de Filadelfia. La pelea terminó con el staff de XPW brutalmente golpeado y ensangrentado en los estacionamientos. Este hecho se consolidó como una marca negra en la historia de la lucha libre norteamericana, y uno de los raros casos de agresión física entre promociones.

No me malinterpreten: me encanta la ECW, y por ningún motivo pretendo menospreciar sus
contribuciones al deporte. La rivalidad entre Tommy Dreamer y Raven es una de las mejores de la historia. Era un deleite para los ojos ver volar por los aires al gigante Mike Awesome. Las Triple Amenazas entre Super Crazy, Yoshihiro Tajiri y Little Guido eran un desplante de adrenalina y técnica sin igual. Las innovaciones de Rob Van Dam en la lucha aérea difícilmente tienen comparación. La entrada de The Sandman es sin duda una de las mejores de la Historia. Y así podría escribir otra larguísima columna hablando de las múltiples bondades que tuvo aquella promoción de Filadelfia. Pero con lo que discrepo completamente es con es la idealización absurda de parte de fanáticos que aún siguen atrapados en el pasado. La ECW, al igual que cualquier otra compañía de lucha libre, tuvo cosas buenas y cosas malas, y no es sensato pretender hablar solamente de las primeras. Siempre que se discute de lucha libre, al igual que con cualquier otra disciplina, debe hacerse con ojo crítico.
 
Las opiniones vertidas en esta columna son de exclusiva responsabilidad del autor, y no necesariamente representan el pensamiento de alguna compañía de lucha libre en particular.